jueves, 26 de marzo de 2009

Fuego en la arena


El alma cansada, las heridas agitadas, musitando las horas pedazos de viento, luchando con la arena, las cosas se van uniendo una a una, presentimientos, incertidumbre brota de mis sesos y se desparrama en el suelo, el suelo q siente mis pasos cansados al llegar a la casa, mi casa, tu casa, su casa.

Siéntate a cenar, de pronto creces como el sonido de tu voz y yo en medio como una red de pin pon, juego de palabras, par de burbujas tercas que no ven más allá de si, el aire que las infla es de rencor, resentimiento que opaca sus miradas y su visión.

¿¿¿Sabes cuantas veces me he puesto a desempañar sus vidrios??? ¿¿¿Y a traducirles lo que dice el letrero de enfrente??? Yo también he perdido la cuenta, ¿y para qué? Si al poco tiempo todo vuelve a su normalidad, normalidad que hace a las venas amargas, a la piel seca y a los ojos vacíos.

Paralelo a esto se empieza a quebrantar un pilar, la opresión en mi pecho comienza a tener sentido. ¿Qué hacer? Joderme!!!!!! Claro que a todos nos pesa como el mar le pesa a la arena y luego Jaime Sabines que no me ayuda con ”La muerte del Mayor Sabines” ¿el universo me esta preparando o solo me esta calando?

Miedo, miedo corroe aquello que deseamos lejos y evitar, es que queremos que el pilar sea eterno, que nunca se quebrante y es que siempre has sido tan fuete, tan firme y sólida que he de llegar a la conclusión que Cursivanadie esta listo parta verte partir, seamos sinceras ¿que acaso no me quieres ver volar con mi canto? ¿O es que quieres volar conmigo?

¿Quién esta listo para la muerte? Ya sea para recibirla o para vela de frente, aunque sabemos que ella siempre esta ahí, esperando sin protestar, esperando, en equilibrio con su amada la vida, se la viven haciendo el amor pariendo un todo, pero aun así no te quiero ver en sus ojos de ángel.

Miradas se vuelcan inciertas y torpes, la espera, la calma, el beso, el apapacho, el manantial de tus manos, luz divina de tu alma, méceme una vez más con tu sonrisa, aliméntame de tus años y provee mis pasos de paz.